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“LOS OTROS ANIMALES”


Perfectos en su naturaleza todos y cada uno de los animales convivían en la armonía que su instinto de supervivencia podía proporcionarles, esclavos únicamente de la vida y acérrimos amantes de todo aquello que les rodeaba, el cálido aire, el caluroso sol, la refrescante agua, su hábitat. Ese entorno maravilloso que les proporcionaba en absoluto todo lo que necesitaban, el abrigo, el alimento y la inmensidad de un mundo apto y hermoso, en el cual correr, saltar, jugar;… en el cual vivir con decoro y morir con satisfacción.

¡Pero vaya!, algo tenía que quebrantar la armonía.

Unos animales que se bajaron de los árboles y que quizás por estar en las alturas se creyeron superiores (en tanto sus cuerpos se erguían y les abandonaba ese hermoso pelaje dotado por la naturaleza para apaciguar el frío), comenzaron a mirar los otros con insignificancia, a ignorarlos según se adjudicaban mayor importancia; a no tenerlos en cuenta en sus disposiciones y olvidarlos en sus decisiones.

¡Optaron por la inconsciencia!

Aparentemente los únicos  racionales, pero sin duda los verdaderos salvajes; maquinaron formas y maneras de apropiárselo todo, se inventaron las armas para someter a los demás y sin cinco de juicio, cometieron fratricidio.  

Y llegó el tiempo en que los animales se vieron a sí mismos indefensos.

Salvo algunos rezagados (los cuales tuvieron que pagar con su pieles, su carne y ¡claro! su sangre), los demás fueron esclavizados; sometidos a trabajos forzosos, oficios varios, amaestrados y en el peor de los casos (como si no fuera bastante la humillación) a muchos los domesticaron.

¡Abatidos!, entre el tormento y el desconsuelo y ante la desolación de un mundo que alguna vez fue habitable y hermoso, los animales se limitaron a sobrevivir, algunos pensaron en el suicido, pero llegaron a la conclusión de que no eran tan irracionales… y callaron guardando la esperanza de que la naturaleza misma en su infinita sabiduría, cobrara por ellos venganza.

Y hasta hoy así continúan, rompiendo el silencio de cuando en cuando, con sus sollozos, sus aullidos, sus mugidos, maullidos, ladridos, zumbidos, trinos, bramidos, graznidos, etc….

Más, en su intelecto saben que los otros se acercan a un siniestro final tejido por ellos mismos. Contaminación, desperdicios, abuso de los recursos,… enfermedades elaboradas, armas, bombas nucleares,… guerra, odio, irracionalidad, estupidez,…

 ¡Pobres bestias!