La realidad se torna mágica cuando se la vive consciente,
cuando se descubre la enormidad de lo pequeño,
lo maravilloso de lo simple,
el mundo de ensueño que
habita lo cotidiano.
Cuatro años después de
su partida, aquel hijo prodigo de la literatura colombiana se obstina en ser el
tema del día.
Y con él su legado, y la
corriente literaria denominada realismo mágico. La misma que se difundiera a
partir de escritores de la talla de Miguel Ángel Asturias, Jorge Luis Borges,
Juan Rulfo y Julio Cortázar; con especial protagonismo por parte de nuestro
nobel literario gracias a su obra Cien años de soledad.
En esta, como en las
demás obras enmarcadas dentro de dicha corriente literaria, se puede entrever
un trasfondo tan “sucinto”, como los hechos que les dieran vitalidad y
trascendencia. En otras palabras, es de lo real y aparentemente simple que
brota la magia de los escritores en su narrativa a la vez realista y mágica.
De la mano de esta
apreciación y con miras a desentrañar el realismo mágico de tres de los
primeros cuentos creados por García Márquez (dejando al lector la nada compleja
misión de deducir cuáles); preciso destacar esos aspectos que se podrían
definir como “lo que nos ocupa cada día” y que han sido enriquecidos por la
mano del autor, en tanto se ha valido de los mismos para concebir su obra.
“Lo que nos ocupa cada
día”: la familia, el estudio o el trabajo, la vida; la casa, el barrio, el
recorrido, la vida; los amigos o enemigos, los amores o desamores, la vida; el
vecino, el desconocido, el que nos ultraja, el que nos roba la vida; el
alimento, el gusto, el deseo, la ambición, la vida; el recuerdo, el olvido, la
risa o el llanto, la muerte, la vida. La vida que deja de ser vivida en tanto
el hombre se ocupa de su mañana.
La vida que rescató el
autor de cada suceso que por “común”, pasa inadvertido en la cotidianeidad de
las personas; pero que seguramente guarda la magia o el encanto, de una mujer
que muere inadvertidamente mientras deja el
rastro de su sangre en la nieve.
Cada
suceso
que puede ser casual y decisivo a la vez, como alguien que, al dejar caer afuera una cucharita, trae en sí a un hombre, en el preciso momento que había conseguido estar junto a la mujer de sus sueños; mujer que curiosamente se concentra en los ojos de un perro azul.
En fin, la realidad se
torna mágica cuando se la vive consciente, cuando se descubre la enormidad de
lo pequeño, lo maravilloso de lo simple, el mundo de ensueño que habita lo
cotidiano.
A modo de conclusión:
La realidad se reviste de
magia cuando por ejemplo…
ese hombre que no se resigna a
confinar sus sueños al ímpetu de la realidad y en la noche, cansado de la dura
jornada; se sienta frente a la hoja en blanco y en tanto a fuera suenan los
carros que van y vienen —quién sabe de dónde ni para donde— recuerda el beso
que al amanecer atravesó el cristal de la ventana, cuando de él se despedía su
hijo; los latidos del corazón de la mujer, que la opulencia del bus le había
puesto tan cerca como para escucharlos; la fascinante claridad con la que aquel
sordomudo le había hecho saber que iba para la calle diez y siete con carrera
sesenta y cuatro, y la facilidad con que entendió donde debía bajarse— y, mientras
la hoja presta oídos a sus recuerdos, él se halla contando la historia de un
hombre que no se resigna a confinar sus sueños al ímpetu de la realidad y en la
noche, cansado de la dura jornada; se sienta frente a la hoja en blanco y en
tanto a fuera suenan los carros…