En nuestra cultura, la educación se piensa más desde la relación teoría-práctica y se opta por llenarnos de información con la intensión de que luego se adquiera experiencia en la práctica, pero en realidad; es haciendo cuando finalmente se termina aprendiendo.
Nuestra concepción al respecto de la experiencia, es en gran medida equívoca; pues analizando la etimología y las derivaciones de las raíces de la palabra; la experiencia es aquello que reafirma nuestra existencia. Es precisamente experimentar, probar, osar, textualmente exponerse, correr el riesgo… ¡sentirse vivo! en fin, es causa y efecto.
Hacer del saber una
experiencia ¡esa es la clave!
Sin embargo, los entes
políticos no creo estén dispuestos a modificar los cánones educacionales,
permitiendo formar seres capaces de adquirir conocimiento en la experiencia; ya
que surgiría un despertar a la reflexión, al entendimiento y por su puesto se
agigantaría el ideal de cambiar la realidad absurda e injusta, esa misma que
premia a los nobles tiranos mientras castiga a los barbaros humildes.
¿Cogito ergo sum? Pensar es dar sentido a lo
que somos y lo que nos pasa; existir, más que pensar es actuar y aun más que actuar, es
actuar con pasión. De
manera que es en la experiencia que se reafirma nuestro existir, pues
involucra tanto el pensar como el accionar.
Junto a “el profeta” Gibran,
aspiro ser un loco…salir de los andariveles de la sociedad y gozar de la
libertad de no ser comprendido; con Benedetti continuar el viaje, perseguir mis
sueños y de la mano de Nadine Stair quiero tener solamente buenos momentos, vivir apasionadamente cada
instante para tener poco de que arrepentirme, mucho de que alegrarme, y finalmente; justo un instante antes del último
suspiro poder decir que…
¡Mi vida fue una gran experiencia!
¡Mi vida fue una gran experiencia!