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DISERTACIONES PARA LA SECUNDARIA II


“Para comprender a los hombres debemos comprender sus obras, y entonces podremos aprender lo que la razón ha dictado o la pasión ha estimulado…”
Samuel Johnson


Antes de continuar develándoles aquellas; las reflexiones en las que he visto inmerso mi espíritu rapero; quiero expresarles que, desvaneciendo los límites  marcados por mi intensión de mostrar la otra cara de la moneda, la verdadera cara de los seres humanos que hay detrás de este universo de ideas y manifestaciones artísticas llamado hip hop; espero de corazón mis reflexiones lleguen a todos aquellos, quienes aun no compartiendo nuestra ideología y gusto musical quieran reparar en ellas y acogerlas para sí de algún modo; pues esa pequeña o gran parte que tenemos de conciencia también nos hace hermanitos y hermanitas.

La teoría de la justa medida

Entre el corazón y la cabeza se debaten constantemente nuestras acciones, y eso complica las cosas para tomar las decisiones correctas; habrá momentos en que debemos obras guiados por la razón (aunque termine herido el corazón) y otros en los que debemos escuchar el corazón (pese a que sea apaleada la razón); de cualquier forma, el secreto para acertar; está en la reflexión. Bueno; pero también habrá momentos, cuando la situación requiera de una decisión inmediata; entonces, una buena alternativa es aplicar “la teoría de la justa medida” nombre que inventé para referirme a una de las enseñanzas de mi madre, su célebre “ni tan tan, ni muy muy”.

Habitualmente (no siempre ya que una que otra picardía da sabor a la vida); podemos tener las mejores intenciones, pero el pensamiento no se hace visible sino en las acciones, mientras que las acciones no siempre son reflejo del pensamiento. Esto explica porqué el común de la gente no juzga según la manera de pensar, sino por la conducta y de ahí el famoso juzgar por las apariencias. Nosotros que bien sabemos lo que se siente, debemos esforzarnos para que nuestro proceder de buena cuenta de quienes somos en realidad.

Ahora bien; a pesar de la fama que se han ganado, no podemos desconocer que quizás no todos los gobernantes sean corruptos, ni todos los policías abusen de la autoridad, sin embargo; por esos pocos que lo son y lo hacen, ya no creemos en ninguno o si acaso haya alguno que tenga nuestra credibilidad; siempre está presente la duda. Esto mismo sucede en nuestro entorno; por los errores de algunos y por culpa de otros que se llaman a sí mimos raperos, visten ropa ancha y escuchan música rap, pero andan causando daño a los demás y dañándose a sí mismos; a todos nos encasillan, estigmatizan; juzgan, señalan y constantemente menosprecian.

Me mantengo firme en mi canto de rebeldía,
 podemos cambiar el mundo pues somos la mayoría.
Los Aldeanos.

Este es un gran verso, sin embargo; en cierta medida difiero respecto a su sentido literal; no pretendo desvirtuar el mensaje, ni mucho menos criticar a los artistas a quienes considero grandes representantes de nuestra cultura Hip Hop, además son sin duda alguna, excelentes letristas; con lo que no estoy del todo de acuerdo, es con la insistente idea de cambiar el mundo.

El mundo no se puede cambiar como quien cambia una naranja que salió dañada, imagínense yendo a golpearle a Dios y decirle:
     ¡Oiga señor, me puede cambiar este mundo que es que me salió dañado!
O como quien hace mal el mandado y lo devuelven a la fama del barrio
     ¡Oiga señor!, que manda decir mi mamá, que me cambie este mundo porque está contaminado, añejo y duro; yo lo había pedido limpio, fresquito y tiernito.

Lo que hay que hacer con nuestro mundo; es recuperarlo, repararlo y renovarlo. Si te sientes rapero; has de saber que está en nuestras manos hacer algo por mejorar este planeta y la situación que nos aqueja, y que eso hace parte de la ideología que abrazamos. Entenderás también; que esforzarnos por ser cada día mejores personas, enmendar nuestros errores y luchar por alcanzar nuestros sueños, es parte del comienzo.

En fin; podemos rescatar, reparar y renovar el mundo pues; definitivamente somos la mayoría.

Como muy seguramente no han hecho las tareas y no quiero interferir (más de lo necesario) con sus labores; por ahora concluyo con la siguiente exhortación:

Cuántas veces pude haber hecho cuántas cosas por cuánta gente, pero el temor, la arrogancia o la indiferencia fueron más fuertes.