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Todos aquellos valientes guerreros presumían de sus hazañas y de sus victorias, pero de repente; por alguna razón los sobrecogió la nostalgia y comenzaron a descubrir sus derrotas y los posibles errores que las ocasionaron. Fue entonces cuando comprendí que la mía, mi derrota, había sido ocasión de haber estado en la batalla incorrecta...
Nunca debí luchar por no enamorarme,
                                                                desde un comienzo debí haber luchado por desenamorarme.