Etiquetas

LA PROFESIÓN MÁS PELIGROSA DEL MUNDO

 

Cuando uno escucha sobre las profesiones más peligrosas del mundo, entre otras, se mencionan algunas como: piloto, doble de películas, bombero, domador de fieras, no, no incluye a algunos esposos, no hoy; otras como minero, ordeñador de serpientes venenosas, ... ojo hoy no se valen esos chistecitos, pues, las suegras son primero que todo madres y las hay excepcionales. Pero, bueno, volviendo a lo de las profesiones más peligrosas, los mineros, claro, también están los que se suben a los postes a reparar las líneas eléctricas de alta tensión, los limpiadores de ventanas de edificios etc. Pero aquí dos paréntesis: uno, que para una madre por sus hijos eso sería como quitarle un pelo a un elefante y el otro, que todos y cada uno de ellos tienen (aquí o en el cielo) madre.

No entiendo como a las aseguradoras de riesgos, no se les ha ocurrido un seguro de vida por ser madre.

Veamos: Reciben la noticia “usted ha sido seleccionada para...” la más abnegada y peligrosa labor. En ese mismo instante comienza su inducción de nueve, ocho, siete meses o incluso menos, pero lo cierto es que, durante ese tiempo, bien podrían participar en un torneo boxístico, no por la agilidad propiamente, sino por la categoría de peso pesado; bueno, ya lo sabemos, tienen que comer por dos, tres y se han dado casos que hasta por siete. Pero volviendo a lo riguroso de su inducción: dolor de pies, de espalda, de cintura, calambres y no hablo del dolor de cabeza, porque ese comienza oficialmente con su primer día de trabajo y sigue con ellas hasta el momento de su jubilación que coincide con el último de sus días, ni uno antes porque salvo casos excepcionales, que no viene al caso mencionar, nunca renuncian, ni son despedidas.

Bueno, el primer día de trabajo, ese primer día del cual ninguna podría negar que es el más doloroso y peligroso de todos sus días hasta ese momento, es también en el que reciben su nombramiento oficial cuando poco después de todo ese dolor, de todo ese riesgo, el milagro, Yo; bueno y todos y cada uno de ustedes también, Así es que si alguno se resiste a creer en los milagros “no tiene madre”.

Prosigamos, tras su nombramiento oficial, todos los días están al borde de un colapso:

De pequeños... ¡Está llorando! Ya, ya, ya shshshshshshs, ¡Ay se cayó! Más grandecitos... será que almorzó, le dolerá algo, ¿cómo me lo tratarán?, ¿cómo me la trataran? ¡Qué no me le coja la noche!, ¡Dios protégemela!, ¡protégemelo! ¡cuídamelos!; y más grandesotes: ¡Qué a ese tal por cual ni se le ocurra gritarme o tratarme mal a la niña!, ¡qué esa tal por cual no se lave el mugre en mi chinito! ... yo sufrí pariéndolos como para que ahora venga otra, otro ¡*! a ultrajármela, ultrájamelo!

Ahora, en el ejercicio de su profesión, en sus labores darías de chef, médico, maestra, por su puesto, contadora de historias, costurera, modista; bueno, aquí otro paréntesis, en esta parte de sus múltiples oficios sí creo que casi todos si pudiéramos las habríamos despedido o sino vean como estaban vestidos en las fotografías de las fechas especiales cuando pequeños; “sí, entendemos que fue con mucho amor, pero que no vuelvan a salir a la luz, por favor”. Para continuar, en sus labores cotidianas también son dietistas, prestamistas, psicólogas, concejeras matrimoniales, abogadas, guardaespaldas y un gran, gran, gran, etc.

En fin, felicitaciones porque por amor a su oficio, su valor y tenacidad es comparable al de quienes tienen las profesiones más peligrosas.

         ¡Se les ama y perdonen lo poquito y lo mal dicho!