Salir a las calles de Bogotá sin insistir en mirar la paja
en el ojo de alguien más, es permitirse contemplar una hermosa ciudad, no por sus
calles; sí por su gente y claramente, es la oportunidad de ver personas que
honestamente y pese a la pobreza que hace más difíciles de sus vidas, están
dispuestas a rebuscarse el sustento en algunas vías.
En algún semáforo, disfrazado de saltimbanqui hay un hombre
o mujer cuya compensación a su quehacer; eso que hace con chispa y tremenda
gracia, la nada fácil tarea de la acrobacia; es juntar monedas para llevar
alimento a casa, y entre unas y otras, pagar la escuela de sus hijos anhelando
que puedan llegar a la universidad y así cuando las condiciones tiendan a
mejorar, aporten algo a la sociedad, ayuden a quienes no tuvieron la misma
oportunidad y ¿por qué no?, si acaso alguno les sale escritor, cuando exprese
lo que siente con las letras, que sus escritos ayuden a construir, no a desatar
más violencia.
…En algún otro, armados con una rosa y a la espera de la luz
roja, un hombre o mujer con su arte; eso que hace con dedicación y pasión,
brinda homenaje al inigualable Marcel Marceau, y en tanto nos roba una que otra
sonrisa, evoca esa frase maravillosa de aquel maestro de la pantomima, “para
expresar amor no hace falta; decir palabra”; función finalizada, reúne monedas
que le permitirán a ella o a él y muy seguramente a sus hijos también, dormir
bajo techo esa noche y no sin antes cenar: aguapanela con pan, tinto con roscón
o un cálao con aguasal.
En un bus, un poeta urbano envuelve la realidad en verso, y
a la par que denuncia la inequidad en la que vivimos inmersos, hace un llamado
a la consciencia e invita a reflexionar y a luchar para prosperar; surgir aun
desde la miseria, trabajar con insistencia y todo esto a cambio; de tan solo
unas cuantas monedas.
Hace unos días; un indigente, cuyo rostro intimidaba y eso a
pesar de que andaba sonriente, lucía una medalla de oro; pues cuando Mariana
ganó, él también se subió al podio, al igual que tu al igual que yo. Y te escandalizas…
¿Qué acaso solo “la gente bien” puede alegrarse por los triunfos de nuestros
deportistas? y respecto a su rostro, ¿Qué cara esperas que tenga esa persona
que lleva años aguantando hambre, expuesta a las inclemencias, soportando el
rechazo y la indiferencia?
Irónico no es ver que un indigente luzca una medalla de oro,
lo es el hecho de que exprese su orgullo nacional a pesar de todo, a pesar, que
su país le vea como un estorbo y olvide de antemano, que bajo sus harapos y
kilos de mugre hay un ser humano. Irónico es que al preguntarle si tiene algún
sueño, responda que desearía tener dinero para brindar un techo, salud y
alimento, a los que sin importar la razón, comparten su situación.
¿Faltos de talento y creatividad? Si para contrarrestar los
momentos amargos y superar esas dificultades que a veces pasamos, cuando parece
no haber solución, con talento nos la inventamos y, cuando no encontramos
camino alguno, con creatividad magistral nos creamos uno.
Hay tipos que llevan más de dos años subiéndose a los buses
con la misma fingida historia, es eso cierto; pero también lo es; que muy
seguramente su verdadera historia se reduzca al recuerdo; la añoranza de unos
pocos momentos; y la evocación de alguna lejana alegría. Hoy esos seres ven
pasar los días, luchando por sobrevivir y se resguardan de la fatalidad
mientras; algunos dormimos cinco minuticos más.
El rebusque en Bogotá como en cada ciudad de nuestro país es
una verdadera muestra de talento; de la berraquera que identifica a nuestro
pueblo, es coraje y valentía lo que tenemos. ¿Cuán alarmante puede ser la
violencia, el rechazo, la indiferencia, la negación y el rencor, en un país en
donde se le apuesta tanto a la guerra y tan poco a la educación?
Definitivamente lo alarmante, no es que se te acerquen a
pedirte a voz que tenes cara decente, es
que te sea más importante tener el último celular que brindar un pan, comprarte
un blackberry o una palm y quejarte por que te pidan cuando ni siquiera das.
Vaya que es injusta la realidad, y aquí me incluyo, yo también he sido cegado
por el lujo, a tal punto, de sumirme en ese absurdo mundo del consumismo y el
materialismo. Vaya absurdo, pagar $3000 por un tinto solamente porque los
sirven en X sitio; en el barrio con eso puedo invitar a cuatro y hasta cinco amigos;
un almuerzo de $100.000, equivale al mercado del mes para doña Inés y sus
pequeños hijos; una noche de farra cuesta más y duele menos que sacar del
bolsillo algunos pesos, para sosegar el hambre de algún niño de la calle.
Estos artistas urbanos que cada día nos sorprenden en las
esquinas, semáforos y buses son su oficina, estos artistas cuyas miradas
reflejan sufrimiento y tristeza; superando la afrenta y la vergüenza; con sus
presentaciones, nos abstraen por un momento de nuestros propios problemas y nos
demuestran; que ¡no son penas!, que son poco y nada, comparados con las
dificultades que otros enfrentan.
En fin, estos artistas urbanos no pretenden ser alguien más,
son quienes son a pesar de su realidad; sus rimas a ritmo de música rap, sus
números divertidos o a veces extraños y
sus monólogos trágicos; confirman las palabras de un notorio escritor del siglo
XVIII; esto dijo Samuel Johnson, …“Como siempre es más fácil hacer el mal que
el bien, rara vez la sabiduría o la virtud de una persona puede hacer felices a
algunos, pero con frecuencia su insensatez o sus vicios pueden hacer
desdichados a muchos”
En un país como el nuestro el rebusque es acopio del
sustento, eso también es cierto; mas la delincuencia, la mentira, la muerte
acechante, la tristeza y la soledad; nos toca a todos por igual. Delincuentes
los hay en todas partes, en las esquinas, en oficinas, en el senado, el
congreso, en iglesias y templos; la mentira viste de calle y viste de traje; la
muerte acechante no distingue entre el saltimbanqui o el presidente, el
comerciante o el indigente, el negligente o el diligente; la tristeza y la
soledad a cualquiera nos hacen llorar.
Por otra parte, la ley de la compensación es real, ¡créelo!,
recibirás en la medida que das. No debemos avergonzarnos por los demás, más
bien intentar ayudar, pues nadie está exento de resbalar y, definitivamente
ante la adversidad nadie esta blindado en la capital.
Ya para terminar quiero aclarar, no es que raye en
cacofonía; es que lo escribí con melodía y con rima como lo haría, aquel
artista urbano que hace de la calle su escenario y de los buses su tarima.
Y finalmente ¡sí!, esto lo escribió un rapero, un pensante, que siente y que es consciente que mientras me encuentro sentado escribiendo, alguien allá afuera muere; de hambre o de frío, de soledad o tristeza quizás, y mientras alguien más, espera el día siguiente para salir a trabajar, un bus o un semáforo el lugar es lo de menos; lo demás, lo real, lo importante verdaderamente es rebuscársela honestamente, para continuar latente y seguir adelante, mientras hacemos de la supervivencia un arte.
Y finalmente ¡sí!, esto lo escribió un rapero, un pensante, que siente y que es consciente que mientras me encuentro sentado escribiendo, alguien allá afuera muere; de hambre o de frío, de soledad o tristeza quizás, y mientras alguien más, espera el día siguiente para salir a trabajar, un bus o un semáforo el lugar es lo de menos; lo demás, lo real, lo importante verdaderamente es rebuscársela honestamente, para continuar latente y seguir adelante, mientras hacemos de la supervivencia un arte.
Sobra tiempo y falta prudencia para decir lo que estás
diciendo; yo me tome un tiempo prudente para escribir lo que estás leyendo.
No por resentimiento, ni odio, ni tampoco por apatía, es solo que esto quedo rondando en mi cabeza hasta que casi por inercia mis manos comenzaron a escribir una respuesta.
ResponderEliminarHe aquí lo que pienso y quiero decir al respecto de…
http://www.cartelurbano.com/content/el-arte-de-la-verguenza