Podrán decirte de un libro que es malo, o que es bueno, pero, no tendrás certeza de lo uno ni lo otro hasta que no lo constates tú mismo. ¡Léelo y decide!
Cuando iniciamos la etapa
escolar, los objetivos primarios perseguidos por las instituciones y que han
sido planteados según los cánones socialmente establecidos, son que aprendamos
a leer y escribir; y ¡lo logran!, si lo consideramos en términos de
comunicación (decir y escuchar por escrito). Posteriormente, en nuestra edad
adulta; determinadas áreas o carreras pretenden enseñarnos a leer y escribir
“correctamente”; y ¡casi lo logran!, analizándolo desde el enfoque de la
gramática y el adecuado uso del lenguaje que esta promueve. No obstante, y dado
que no habrá cátedra alguna que pueda enseñar a sentir o trasmitir sentimientos
(pues es algo inherente a cada ser), saltando los aspectos estilísticos y
narrativos, no puede afirmarse que una obra literaria sea buena o mala en
esencia.
Si te dicen que tal o cual
libro es bueno, ¡no les creas!; y si te digo que alguno de mis escritos lo es,
¡duda de inmediato!; yo podría ser el más mentiroso de todos, el más inexperto
o el más ingenuo.
Sin embargo; no relegues un
libro porque alguien te dijo que era malo, ni reniegues de él, si tras haberlo leído
no logró tu simpatía; date la oportunidad de equivocarte, que al final; sin
duda alguna y por insignificante que parezca, te habrá dejado algo valioso: Una
palabra, una frase, una idea, un verso o una imagen, un sentimiento, una
inquietud o un anhelo.
¡Había
una vez un libro malo que cayó en manos de un lector corriente y se volvió
bueno!
Hubo
una vez un libro bueno, pero en manos de un crítico se sintió tan malo, que
decidió convertirse en papel toilette.
profe soy hamilton quiero decirle que yo todos los días veo estos escritos y lo admito mucho
ResponderEliminar